Disciplina con Amor




Por Jéssica Velóz

La disciplina y el amor al ser padres y maestros debe ser constante y consecuente con las exigencias disciplinarias, pero también es muy importante hacerles  saber tanto a  nuestros hijos y estudiantes cuanto los amamos y lo importante que son para nuestra vida.
Se debe entender que la disciplina es una forma de amor y es necesaria para todas las etapas  en su vida y esta misma aplicada en cada actividad los hará alcanzar las metas que ellos se propongan. Los niños que desde pequeños son muy disciplinados en sus horarios, estructuras y actividades aprenden a ser tolerantes a la frustración, desarrollan fortaleza de carácter y la capacidad de ser independientes y seguros de sí mismos.

Los niños deben aprender que cuando hacen algo incorrecto, habrá consecuencias naturales y de 
esta forma aprenden a diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal. Es importante estar consciente de que el disciplinar a nuestros niños no es gritarle o abusar de él física o psicológicamente. La disciplina va de la mano con el amor y el respeto. Dicho amor nunca debe ser condicionado que si haces algo bien o no “si haces los deberes eres bueno” “si te comes la sopa te quiero”,  esto puede crear en el pequeño una profunda inseguridad y un fuerte sentimiento de no pertenecer ni a la casa ni a la escuela.

Cuando se disciplina a un niño se le están brindando las herramientas para la vida; a través de la misma se enseñan la perseverancia, la constancia, la voluntad y el respeto. Un pequeño que es criado con amor y disciplina, aprende a alcanzar sus metas, es un niño respetuoso y luchador, con una autoestima saludable y seguro de sí mismo. Debemos acompañar su crecimiento con firmeza y amorosa presencia, pero no desde la imposición ni el castigo. El niño que se valora a sí mismo y confía en su capacidad puede verse como una persona capaz de mejorar y ofrecer lo mejor el mismo a los demás.



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