Mi hijo no obedece ¿Qué hago?





1.       La exigencia de obedecer debe hacerse de forma gradual. No se puede pasar de cero a cien. Es adecuado empezar pidiendo obediencia en tareas que para ellos son fáciles y agradables y, cuando esto se haya asentado, ir subiendo poco a poco a otro nivel de exigencia. Pequeños pasos que ayudarán a conseguir el objetivo final.

2.       Las instrucciones sobre lo que el niño debe hacer deben ser sencillas y claras. Deben expresarse siempre en un tono normal y a su nivel, nunca desde la habitación de al lado y gritando.

3.       Dichas instrucciones deben darse de una en una. Es mejor evitar dar muchas indicaciones al mismo tiempo.

4.       El niño debe acostumbrarse a recibir las órdenes una o dos veces para ser obedecidas. Si pasamos de ahí, lo único que conseguiremos será alterarnos emocionalmente. A partir de la tercera orden “no oída”, tendrá la consecuencia a su desobediencia, y el niño debe saberlo.

5.       Hay que acompañar la buena conducta del niño con elogios y, ocasionalmente, con pequeños premios. Ensalzarlo y ofrecerle cariño cuando hace las cosas bien y obedece son, de cualquier modo, el mejor de los premios que puede recibir.

6.       De la misma forma, las situaciones en las que el niño no obedece deben tener una consecuencias (castigo, riña, privarle de algo que le gusta) pero nada más, sin que obtenga una atención extra de la mala conducta y se esté toda la jornada aludiendo a ella.

7.       En muchas ocasiones funciona bien emplear técnicas conductuales como la economía de fichas o el carné por puntos. En lugar bien visible, se pondrán las normas a cumplir (pocas y sencillas) y los días de la semana: se darán puntos positivos cuando lo haga bien, pero también negativos cuando lo haga mal. Según el recuento semanal sea positivo o negativo, habrá premios o no.

8.       Evitar el castigo continuo. Llega un momento en el que los niños se hacen inmunes a él. Por eso es más adecuado el valor positivo a la buena conducta y la ignorancia a la mala, que una riña constante.

9.       Intentar evitar en lo posible inferencias de otros familiares, hay que informarles de lo que está intentando conseguir y ser tajante con el plan. Es importante evitar siempre que otros desautoricen ante los niños lo que se está haciendo para intentar que obedezcan.

10.   ¿Y el décimo? El décimo consejo bien podía ser el primero, el segundo, el tercero…: paciencia, paciencia y paciencia. La razón es que un adulto autocontrolado es el mejor espejo en el que un niño puede mirarse.

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