Se dice que surgen a los dos años, pero pueden
empezar antes y terminar mucho después. Todo depende de cómo sea tu hijo y de
cómo manejes la situación. Todos los métodos llegan al mismo objetivo: calmar
al niño y no ceder ante sus exigencias.
Tips
1. Un lugar seguro: a veces las rabietas de los
niños llegan a tener tal intensidad que se dan golpes contra la pared, se
hieren a sí mismos... En esos casos, te aconsejamos que traslades al chiquillo
a un lugar seguro, donde no se pueda lastimar y esperes a que se le pase.
2. Darle más opciones: si quiere llevar su chamarra
y es verano, dale otra opción para que él elija. «La chamarra no pero, ¿qué
prefieres, tu playera de osos o los jeans de bolsitas que tanto te gustan?
3. Cambiar de escenario: a veces los niños no saben
terminar su propio «teatro». Cuando veas que baja en intensidad y volumen,
intenta cargarlo, llevarlo a otro cuarto y entretenerlo para que olvide su
disgusto.
4. No enojarte: ¿de qué sirve? El que está enojado
es él. Disgustarte no te llevará a nada y después hará que te sientas fatal. Si
él ve que su «numerito» tiene efectos sobre ti, seguirá empleándolo.
5. No ceder: debe entender que con la rabieta no
conseguirá su objetivo. Si llora, grita y patalea porque quiere ponerse la
chamarra, debes mantenerte firme y no ceder. Así disminuirán los berrinches.
6. Aclaraciones, luego: cuando los chiquillos están
en pleno berrinche, no entienden razones. No es momento de platicar con ellos.
Después, una vez que ha pasado todo, puedes intentar razonar.
7. Dejar que se calme solo: tu hijo tiene derecho a
desahogarse. No sabe controlar sus emociones y necesita explotar de esta
manera. Si intentas calmarlo, se pone peor. Mejor deja que se le pase a él
solo.
8. ¿Explicaciones largas?: los niños no entienden
razones en pleno berrinche. De nada servirá explicarle que no puede llevar
chamarra porque tendrá mucho calor. Mejor di: «No puedes porque no hace frío».
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