Los hábitos son esas acciones que, a base de repetirlas, se convierten en nuestra forma de hacer las cosas. Establecer rutinas saludables en la infancia es una inversión en salud para toda la vida.
Comer bien,
hacer deporte, beber agua o ver menos televisión son algunas
costumbres que los niños deben aprender desde pequeños para llevar una vida
sana. No hay que esperar a que nuestro hijo tenga problemas de salud o
sobrepeso para establecer unos buenos hábitos de vida.
La prevención es, sin
duda, la mejor apuesta de futuro. El juego y el deporte son, junto a una
alimentación equilibrada, los pilares de una vida saludable.
1.
Una alimentación variada y equilibrada
Una alimentación variada
garantiza que el niño obtenga los nutrientes que necesita. Por eso, aunque él tiene sus platos favoritos, es importante
animarle (sin obligarle) a probar cosas nuevas. El gusto de los pequeños es
cambiante y poco a poco aceptarán la verdura o el pescado que al principio no
querían ni ver.
El equilibrio se
refleja en la proporción diaria de hidratos de carbono, proteínas y grasas. La
alimentación de hoy día tiende a desequilibrarse: o tomamos mucha proteína o nos pasamos con los hidratos de
carbono. La pirámide alimentaria ofrece unas cantidades y proporciones
adecuadas. Hemos de tener en cuenta, las siguientes pautas:
·
Más fruta y verdura. Consumir cinco raciones diarias de fruta y
verdura.
·
Menos proteínas. Reducir el consumo de carne a dos o tres veces por semana y tomar pescado en la misma proporción. Basta con comer cualquiera de estos una vez al día. Pero si tomamos de uno, no conviene hacerlo del otro.
Menos proteínas. Reducir el consumo de carne a dos o tres veces por semana y tomar pescado en la misma proporción. Basta con comer cualquiera de estos una vez al día. Pero si tomamos de uno, no conviene hacerlo del otro.
·
Más cereales. Deben consumirlos diariamente en forma de arroz,
pasta o pan.
·
Menos comida rápida. Limitar al máximo la comida rápida y la bollería
industrial (contienen mucha grasa y calorías).
·
También es importante hacer un buen desayuno para
asegurarnos de que nuestro organismo obtiene los hidratos de carbono que
necesita por la mañana.
Buenos
hábitos alimenticios
·
Establecer horarios fijos para cada comida. Hay que acostumbrar al
cuerpo a unos horarios y limitar el picoteo entre horas.
·
Planear las comidas con antelación. Así suelen ser más
equilibradas y completas. Podemos establecer un momento de la semana en el que
diseñar el menú, y otro para comprar lo que necesitamos.
·
Compartir al menos una comida familiar. Es una oportunidad de
convertirnos en un modelo de hábitos para nuestro hijo.
·
Disfrutar de la cena todos juntos. En el caso de que haya
faltado fruta, verdura o proteínas en la comida, todavía estamos a tiempo de
compensar estas carencias.
·
Hacer las comidas más originales y apetecibles. La monotonía en la
mesa produce insatisfacción e induce al picoteo.
2.
Beber agua
El 70% de nuestro
cuerpo es agua, imprescindible para eliminar toxinas e hidratar todos los
órganos. Apostar por el agua como bebida familiar es una opción de salud. Los
zumos de frutas naturales son una buena alternativa, pero no conviene abusar de
ellos, ya que contienen demasiados azúcares. Podemos ofrecérselos a los niños
rebajados con un poco con agua.
3.
Buenas costumbres en el comer
Es la garantía de que
toma lo que necesita y aprende a comer guiado por el hambre y no porque
"toca" o por ansiedad. Para favorecer la conexión con sus sensaciones
corporales, es importante:
·
No obligarle a terminar el plato. Si dice que está lleno, hay que
respetarlo. Si no, puede que le siente mal la comida.
·
Ofrecerle un espacio tranquilo en el que comer le permite
entrar en contacto con la sensación de saciedad. Una vez que ésta se produce en
el estómago, tarda unos 20 minutos en llegar al cerebro. Por eso no es bueno
que le instemos a comer muy deprisa, ya que, inconscientemente, le estaremos
invitando a consumir más de lo que realmente necesita. Las comidas deben tener
un ritmo pausado, pero no ser eternas.
4.
Menos televisión
·
El tiempo que emplean viendo la televisión se lo estamos quitando
a otras actividades necesarias y mucho más saludables.
·
Los niños pasan frente a la pantalla entre tres y cinco horas
diarias, cuando lo recomendable es de una a dos horas.
·
Conviene pactar con ellos un tiempo máximo y buscar otro tipo de
actividades para disfrutar del tiempo libre.
5.
Más actividad física
El juego y el deporte
son aliados imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo. Una hora
de actividad física moderada al día mejora sensiblemente el índice de masa
corporal (relación entre peso y estatura) de los niños, incrementa su
rendimiento escolar e incluso su estado de ánimo. Pero no olvides:
·
Nunca debe convertirse en una obligación. Es más importante que
les divierta a que adquieran habilidades. Si les gusta, será más fácil que lo
hagan.
·
Diariamente, conviene guardar un espacio de tiempo exclusivo para
la actividad física.
·
Más activos en lo cotidiano. Si nosotros lo hacemos, es más fácil
que ellos se apunten. Podemos buscar cualquier excusa para salir a la calle
(pasear juntos al perro, sacar la basura, bajarse del autobús una parada
antes). Un simple paseo mejora el estado cardiovascular tanto en los niños como
en los adultos.
·
Organizar planes familiares al aire libre. Son una buena forma de
dejar a un lado el ocio sedentario.
·
Disfrutar con ellos. Para que integren la actividad física como
una satisfacción, conviene generar un recuerdo gratificante de ella.
Cómo
crear nuevos hábitos
·
Pongamos metas realistas. ¿Cómo vamos a organizar ahora las
comidas? ¿Qué días haremos actividades al aire libre? Nuestras buenas
intenciones pueden venirse abajo ante una organización demasiado exigente. No
es aconsejable, alterar nuestras rutinas de la noche a la mañana. Es preferible
poner en marcha dos o tres pequeños cambios, y esperar a que estén integrados
para pasar a los siguientes.
·
Hagámoslo todos juntos. Un niño aprende lo que ve, no lo que
escucha. Pasear será divertido si vamos todos. De la misma forma, si
compartimos la comida, aprenderá qué alimentos le sientan bien; y si comemos de
forma sana, nuestro hijo sabrá que no le estamos castigando, ya que todos lo
hacemos.
·
Potenciemos la parte positiva. Frases como "No comas
galletas", "no picotees" o "te vas a poner muy gordo"
producen frustración y ansiedad en los niños. En cambio, otras como
"¡vámonos de paseo!", "estas manzanas están deliciosas", o
"te veo muy guapo hoy" reforzarán los hábitos que queremos crear.
Asesor Dr. Juan Pedro
López-Siguero, responsable del Servicio de Endocrinología Pediátrica del
hospital Materno Infantil de Málaga
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