Un niño menor de cinco años puede
aprender un segundo idioma y hablarlo como un nativo.
Incluso si luego no lo practica
durante un tiempo y lo retoma en edad adulta, podrá aprender el segundo idioma
más fácilmente y casi sin acento, ya que su cerebro ha guardado los
conocimientos adquiridos en edad temprana y los recupera en edad adulta.
La razón de ello, es que los
niños poseen mentes más flexibles y abiertas, por lo que al ser expuestos a un
nuevo idioma desarrollan algo más que su agilidad lingüística, además de
tomarlo sin ansiedad, ya que no sienten presión para hablar si no es necesario,
sino comprender primero para después emplear este nuevo aprendizaje en su
comunicación cotidiana.
Existen varios estudios y teorías
que confirman la importancia de aprender inglés en la primera infancia, por
ejemplo la tesis postulada por Wilder Penfield llamada “Método de la madre” que
hace referencia a la enseñanza y aprendizaje de segundos idiomas en los niños.
Este autor afirma que al estimular la escucha y el uso de palabras en un nuevo
idioma, se producen cambios a nivel de corteza cerebral que facilitan la
posterior adquisición de este y, lo que es más importante, su uso en forma
natural, al igual que el idioma materno.
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